¿Sí o No al Aceite de Coco?

Para muchos de nosotros el aceite de coco fue ¡nuestro primer bronceador! Hoy sabemos que eso era un verdadero espanto dermatológico, pero en aquel entonces lo ignorábamos. Si ese fue tu primer encuentro con el aceite de coco probablemente te preguntes cómo es posible que alguien quiera usarlo para cocinar. Aquel aceite no era apetitoso; producto de una segunda extracción usando calor y solventes químicos, no era de grado comestible, lo comprábamos en la farmacia y ¡a nadie se le hubiera ocurrido comerlo! 


En cambio, el aceite de coco del que disponemos hoy es el mismo que se usa desde milenios en la Polinesia y el Sudeste asiático – por ejemplo, Sri Lanka, Tailandia, Malasia, zonas de la India. En su lugar de origen, los cultivos son orgánicos desde siempre y el aceite es obtenido por la presión en frío de la pulpa de coco secada al sol o a muy bajas temperaturas; además de ser delicioso, conserva polifenoles antioxidantes que nos protegen de las oxidaciones



El Revuelo del Aceite de Coco



Desde el punto de vista de sus ácidos grasos, en cambio, el aceite de coco ha generado mucho revuelo. ¿Por qué? La mayor parte del aceite de coco tiene ácidos grasos saturados que se vinculan – si bien hoy se cuestiona una relación causa-efecto tan directa – con la enfermedad cardiovascular.

Los ácidos grasos son cadenas de átomos de carbono, que pueden ser más largas o más cortas y a su vez pueden estar saturadas – llenas de hidrógeno – o insaturadas, es decir que en algún lugar de su cadena no hay hidrógeno y por lo tanto aparece un doble enlace. 


El grupo de ácidos grasos saturados que se ganó mala fama tiene cadenas que oscilan entre 14 y 18 carbonos; los ácidos grasos saturados del aceite de coco son más cortos – entre 6 y 12 carbonos. Estas diferencias en su estructura le otorgan características fisicoquímicas y metabólicas distintas de los ácidos grasos saturados de cadena larga: se digieren y absorben con más facilidad y una vez que llegan a la célula pasan derecho a la mitocondria para quemarse, sin necesidad de ayuda. Esta eficiencia de manejo evitaría la formación de colesterol endógeno y tendría un efecto benéfico sobre los transportadores (colesterol “malo”/”bueno”). De hecho, hay trabajos sobre las poblaciones donde el aceite de coco es la mayor fuente de energía que muestran que no hay enfermedad cardiovascular



Los Beneficios Probados



Los beneficios de los ácidos grasos del aceite de coco van más allá de su supuesto efecto sobre la salud cardiovascular. El ácido láurico – un ácido graso de doce carbonos que representa el 50% de los ácidos grasos del aceite de coco – tiene efectos positivos a nivel de la piel. La secreción de nuestras glándulas sebáceas es muy rica en ácido láurico y en monolaurina, un monoglicérido que ha demostrado tener acción bactericida. De hecho, este mismo es abundante en la leche materna.

El mismo ácido láurico suaviza la respuesta inflamatoria de las microglías que son células que forman parte de la defensa inmunitaria del sistema nervioso central y por eso se está investigando su uso y el del aceite de coco en la prevención y tratamiento de varias enfermedades neurodegenerativas, entre ellas el Alzheimer


Es bueno agregar que la estabilidad de los ácidos grasos saturados hace que toleren la acción del calor mucho mejor que los poliinsaturados – léase los ácidos grasos abundantes en el maíz, la soja, e incluso el girasol común. 


Cuando vemos la amplia gama de beneficios en salud de diferentes super alimentos, puede parecernos raro que un solo cambio en nuestra alimentación pueda generar tantos efectos positivos. Y en general tendríamos razón; somos organismos muy complejos y estamos sujetos a múltiples influencias internas y externas. Nuestras células, nuestros tejidos, se van construyendo permanentemente; nuestra herencia genética y epigenética se va manifestando continuamente frente a los estímulos internos de nuestro estado de ánimo, nuestros pensamientos, nuestro movimiento, nuestro descanso y también de lo que comemos. Los alimentos aquí tienen un doble rol, porque además de incidir en la manifestación de tal o cual gen son la materia prima de la que estamos hechos. 



¿Es tan así la relación causa-efecto?



Frente a tantos estímulos diferentes, ¿cuándo podría ser que incorporar un alimento tenga un efecto concreto y eficaz? Seguramente si ese alimento fuera una muy buena fuente de determinado nutriente esencial que estaba haciendo falta observaríamos un efecto contundente. Cuando oímos decir que alguien “tomó magnesio” y mejoró determinada molestia es probable que a esa persona le hiciera falta ese nutriente y por eso al incorporarlo mejoró. 


Efectos tan contundentes y directos de suplementar con un nutriente específico o con un alimento en particular son poco frecuentes, pero los pequeños cambios que vamos sumando de forma progresiva y constante en nuestra alimentación – y en todo nuestro estilo de vida – sí pueden incidir de manera positiva – aunque quizás menos espectacular – en nuestra salud, porque van llevando la reconstrucción de nuestros tejidos hacia su mejor expresión. Esto claramente lleva tiempo, paciencia y constancia, pero cómo vale la pena.



6 Formas de Usar el Aceite de Coco



Perdele el miedo al aceite de coco y sentí sus beneficios con estas seis formas de usarlo. 


1. ENSALADAS 

Usalo como condimento de tus ensaladas para un toque exótico y sumar grasas buenas. 


2. SALTADOS

Nos encanta el aceite de coco para hacer saltados como alternativa al aceite de oliva o el alto oleico. 


3. HORNEADOS

Si estás con ganas de dejar afuera la manteca o algún aceite de tus horneados favoritos probá cómo quedan con aceite de coco. Nos encanta usarlo en horneados que ya tienen coco rayado o coco chips, los sabores se intensifican y queda excelente. 


4. SMOOTHIES

Sip, tus batidos balanceados también necesitan grasas buenas. Sumá una cucharadita a tu smoothies a base de agua o agua de coco, queda excelente y sip, ese saborcito característico va a hacer que tu vaso parezca un postre. 


5. CHÍA PUDDING

Cuando usamos semillas de chía o avena vale la pena combinarlas con grasas buenas para que además de todos sus beneficios sean “anti-colesterol”. Podés combinar tu clásico chía pudding con unas nueces por arriba o por que no sumarle una cucharadita de aceite de coco. Aprovechá a usar unos chips de coco por arriba y alguna fruta exótica como el mango o ananá, la combinación es deliciosa. 


6. RUTINA DE BELLEZA

El aceite de coco no solo es maravilloso en la cocina, también te viene bárbaro para tus tratamientos de belleza caseros. Es maravilloso para humectar la piel y podés combinarlo con café y azúcar para lograr un scrub anti-celulitis en casa – ideal para pasártelo unos minutos antes de entrar a la ducha. 

 

 

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